Llegar a un acuerdo

SE HABLA y se escribe aquí tanto sobre el aborto, que milagro será que no acabemos todos embarazados. ¿Es que nadie comprende que la embarazada es la dueña de sí misma? ¿Es tan difícil de entender? Plazos, por supuesto, respetables; pero no entiende el gobernante (si es que lo es) que ni el poder seglar ni el eclesiástico tienen, en este caso, más deber que facilitar los caminos y los deseos de la mujer embarazada (menudo nombrecito). ¿Por qué hacer, de una vida nueva, la ocasión de un pecado? ¿Cómo no contar, primero, con la decisión de la posible madre, dueña de sí misma y de lo que de ella salga? ¿No cambiaría todo si el ministro de Justicia quedase embarazado? Hay algo que se llama libertad: para la dueña relativa de las consecuencias del amor. Los plazos, buenos son. Pero mejor respetar la voluntad de la protagonista. La justicia que se quite la venda de los ojos y se meta en sus cosas. Que ya tiene de sobra. Suum cuique tribuere. De los asuntos íntimos ajenos puede opinarse, pero no modificar por ley las consecuencias. Recomienden a las mujeres la píldora del día siguiente: es el mejor consejo.